sábado, febrero 11, 2006

Hotel Urban


Urban es un llamativo y moderno hotel de cinco estrellas que no deja a ningún viandante indiferente al pasar por su puerta. Esta puerta es la entrada a un ámbito lleno de lujo y sofisticación, que ofrece al visitante mucho más que una cama donde dormir. El hotel se revela cosmopolita y fashion ya desde su ubicación en la madrileña Carrera de San Jerónimo. Auna así lo tradicional pues se halla a escasos cinco minutos andando de la Puerta del Sol, centro neurálgico del Madrid de los Austrias, el sabor más auténticamente gatuno, lo lúdico, ya que está rodeado por la Plaza de Santa Ana y la zona conocida como Huertas, muy frecuentado por los noctámbulos madrileños, lo financiero, pues tiene la Bolsa a cien metros y casi en frente, el Congreso de los Diputados y finalmente, lo artístico, ya que a muy poca distancia encontramos el Museo del Prado, el Reina Sofía y el Thyssen Bornemisza. El propio interior del Cuando entramos por la puerta tenemos a nuestra derecha el Glass Bar, aunque este también posee su propia puerta de acceso desde la calle, de frente la recepción y a la izquierda, el restaurante Europa Decó. En la última planta encontraremos además La terraza del Urban. El Glass Bar hace alarde de ser "cool" y así lo demuestra ofreciéndonos una selecta carta de campagne francés (nada de cava catalán que debe ser que no es fashion!) rubios y rosados, cocktails y sabrosos tentempiés consistentes en snacks de flores secas, -muy sabrosas por cierto-, sushi rolls para tomar hincando palillo cual aceitunas en el Bar Pepe y para finalizar, ostras. He de apuntar que las ostras estaban divinas. Todo ello por el módico precio de 4€ cada ostra y entre 10 y 25€ la copa de champán o el cocktail, aderezado además por el hecho de que el bar hace honor a su nombre y se encuentra completamente acristalado por lo que tú disfrutas de bonitas vistas a la calle y a la vez, todo aquel que pase puede ver lo "cool" que eres. Hablando de "cool": los camareros eran tan, tan, tan "cool" que cuando nos enumeraron los champagnes disponibles fui incapaz de entender el nombre de ninguno de ellos. Lo cierto es que hacían mucho alarde pero no me gustó su trato.
El hotel es tan bonito que invita a quedarte a cenar. El Europa Decó es una pasada y los camareros eran otra cosa muy diferente de los del Glass Bar. El chef es Joaquín Felipe y realiza lo que denominan cocina Mediterránea creativa. Todo el restaurante está supervisado por Francisco Patón, premio Nacional de Gastronomía al mejor Jefe de Sala. Para comenzar, nos obsequiaron con una tapa de castañuelas, paté y caldo de cerdo ibérico con motivo de las Jornadas del Cerdo Ibérico que se vienen celebrando. Si alguien no sabe qué son las castañuelas se sorprendería como me ocurrió a mí. Son unos trocitos de carne muy sabrosa con un caramelizado que las hace muy apetecibles. Posteriormente descubrí que se trata de las glandulas salivares del cerdo ibérico... ver para creer: la casquería se vuelve "fashion". Probamos de primero: Solomillos de atún, Sushi de mojama de atún y ventresca con piquillos y Foie con reducción de Pedro Ximenez. El foie ganó por goleada. Estaba presentado en finas láminas como si se tratase de un carpacio y el Pedro Ximenez caramelizado justo en su punto. Los segundos fueron llamativos. Nos sirvieron una especie de calamar con arroz preparado como si fuese hindú y otro plato que reconvierte la casquería en lujo: Tres Carrilleras con salsa de Torta del Casar. Insuperable: la salsa combinaba fantásticamente con la tiernísma carne de las carrilleras, muy tostadas (casi quemadas) por fuera y la carne roja y tierna por dentro. El vino elegido fue un blanco con mucho cuerpo y afrutado de las Bodegas Torres, sugerencia del amable y divertido camarero. Para terminar, café expreso e infusiones. Para la infusión me trajeron un carro repleto de diferentes tés de una casa muy exclusiva inglesa de la que no recuerdo el nombre. Probé el té negro a la vainilla pero podría haber escogido cualquiera. Eran todos increibles.

Finalmente, bajé a los aseos y para mi regocijo, hallé que eran acordes al resto del lugar, incluso en el jabón de manos "naran ji fine liquid hand wash" de Molton Brown y cómo no, esto ya me extasió: ¡crema de manos del mismo aroma! Echad un ojo:


Traté de fisgonear alguno de los amplios salones que se hallan a la salida de los aseos, en la planta inferior, pero estaban cerrados, así que mi impulso de periodista cotilla se vio refrenado por la impasibilidad del cerrojo echado.Visitad el Urban pues no os dejará indiferentes.