Ya los romanos, sibaritas redomados, conocían los placeres que supone alimentarse en posición horizontal. En pleno siglo XXI, Lay Down, ubicado en la Plaza de los Mostenses, recupera dicha costumbre y lo implementa dentro de un restaurante minimalista, ultramoderno, donde el blanco radiante supera el mejor spot de Ace. La idea es muy buena: "Primero comes y luego bailas", leit motiv del local. La carta es sugerente, ¡ahora, ya sabéis cómo va esto!, no pretendáis llenar los estómagos más dilatados pues no lo conseguiréis. El minimalismo de los platos fuerza cantidades moderadas pero con sabores explosivos y estimulantes para el paladar.
El ambiente es festivo, los sábados está hasta la bandera y se celebran cumpleaños y despedidas de soltero/a. La mecánica del local es pagar una cantidad fija por comensal, por la que nos irán trayendo a la mesa primero algo de picoteo, para pasar a los primeros y segundos y terminar con los sabrosos postres. Eso sí, hay que tener en cuenta que la bebida no está incluida en el precio por lo que al final la cena nos puede salir con facilidad por 60€.
La música podemos catalogarla como house minimal pero si queréis juzgarlo vosotros mismos, en su web http://www.laydown.es/ podéis escuchar una buena muestra gracias a su reproductor de música online. Echad un vistazo a su home pues merece la pena por su diseño aunque yo le mejoraría los tiempos de carga y los menús desplegables. En resumen, por lo menos una vez, debemos probar Lay Down y pasar una noche especial. Una última sugerencia: la fiesta se termina a las 3 de la madrugada así que mirad la posibilidad de acercaos a la Sala Público, que está justo al lado o Cool Ballroom, bastante próximo también, para que aquellos que deseen continuar la fiesta no se queden insatisfechos a última hora.
.bmp)
¿Qué pasaría si el mismo día pudieses ser modelo y probadora de motos? Eso mismo experimenté hace unas semanas, cuando me tocó probar un scooter para la revista Scooting. Al principio todo parecía apuntar a que me haría unas fotos bonitas con la moto y poco más, vamos, que haría de mujer florero. Sin embargo, cuando menos me lo esperaba, iba yo bajando la calle Atocha desde Tirso de Molina hasta la glorieta de Atocha, algo dubitativa, eso sí. La cuestión fue que me fui animando y al cabo de un rato iba encantada con mi motillo, esquivando coches y jugando a mantenerme "a tiro" para que el fotógrafo que disparaba desde un coche conducido por el redactor jefe pudiese captar el mayor número posible de fotografías. A Javi le quedó a su cargo el papel más importante de la operación: salvaguardar mi vida y mi integridad física haciendo que los numerosos coches se comportaran y se mantuvieran a distancia de mí, más pendiente de estirarme y no poner caras raras que de vigilar mis retrovisores. Lo curioso es que transcurrida una hora no quería bajarme ya del juguete a pesar de que en un principio no me quería ni subir. La semana que viene, Scooting & Almu en los quioscos de toda España. 
